jueves

Crímenes imperfectos


Antonio Lázaro, escritor

En 1893 y en un bello pueblo de la Alcarria conquense se cometió un brutal asesinato múltiple. Cinco asaltantes nocturnos segaron la vida de cinco miembros de una familia acomodada del pueblo. El móvil, el robo: un botín, según la documentación policial, de 500 pesetas y una pistola. Pero subyacerían rencores quizá antiguos y puede que el alcohol y el sexo jugaran su papel también en aquella carnicería, próxima al gore con hachazos y mutilaciones incluidas.

Un crimen rural en la España profunda, algo nada excepcional en aquellos tiempos como tampoco, por desgracia, lo es ahora (recuérdense Puerto Urraco o Fago). Lo excepcional de aquel suceso infortunado fue la notoriedad que le dio su popularización a través de un romance de ciego que circuló por toda España. Quince años después, un gran humorista de San Clemente, Luis Esteso, relanzó involuntariamente el crimen de Cuenca con un monólogo cómico que poco tenía que ver en realidad con el suceso pero que reventaba los teatros de la Corte y de medio país. El gran Ramón Gómez de la Serna y el mismísimo Valle Inclán no se perdían el show de Esteso en La Bombilla, donde cada verano recitaba su hilarante y sicalíptico chascarrillo. De hecho, el genial Ramón incorporó a Esteso a su colección de «freaks», haciéndolo Caballero de la Sagrada Orden de Pombo.

Dando un salto de tres cuartos de siglo, en plena transición, Pilar Miró realiza su emblemático film «El crimen de Cuenca», una película que registra el último coletazo de la censura tardofranquista. La directora utiliza ese título como una metáfora sobre los efectos criminales de la injusticia y la tortura inherentes al antiguo régimen pero pone en escena no el asesinato múltiple a que nos venimos refiriendo sino el llamado «error judicial de Ossa de la Vega» Desaparece alguien y a fuerza de golpes, sus enemigos confiesan un crimen que nunca existió. La popularidad mundial de la película fue tal que, navegando por Google, se puede comprobar que se habla del «crimen de Cuenca argentino o chino» para sucesos de esta naturaleza. La buena de Pilar Miró hizo una gran película, nadie lo pone en duda, pero embrolló el asunto hasta el punto de relegar al olvido el verdadero suceso y las magníficas coplas que inspiró.

ARTURO CULEBRAS es un investigador que viene dedicando años de meritorio esfuerzo al esclarecimiento del verdadero crimen de Cuenca. Primero recuperó y publicó la documentación del proceso. De los cinco acusados, dos fallecieron en el transcurso del mismo (los métodos serían los mismos que en el film de Miró), a uno le fue conmutada la pena por ser menor de edad y dos fueron ahorcados en el patíbulo en Priego, cabecera del partido judicial al que pertenecía Albalate de las Nogueras, el pueblo donde acaeció este hecho funesto: un pueblo por cierto muy bello, con la espectacular hoz del río Trabaque al lado, un excelente vinillo de cueva y unas gentes en extremo hospitalarias y cordiales.

Ahora, Arturo incorpora además una completa selección de las noticias y reportajes que el caso suscitó en la prensa española de la época, que incluso llegó a enviar corresponsales para que siguieran minuciosamente el juicio celebrado en la Audiencia de Cuenca. Tanto la documentación procesal, ya publicada en un libro anterior, como esta definitiva selección de hemeroteca, acompañada de las coplas originales, se recopilan en el libro Lastimosa historia del Crimen de Cuenca (edición ampliada), Madrid, 2009. De consulta y lectura muy recomendable para los interesados en la crónica negra y criminal pero también para los meros estudiosos de la historia contemporánea de Castilla-La Mancha.

GRATA LECTURA. El libro es de grata y fácil lectura, pues la recopilación documental alterna los documentos y actas con los recortes de prensa e incorpora, a manera de hilo vertebrador, comentarios y resúmenes del autor, que iluminan el material oficial y cohesionan el conjunto de una obra muy valiosa y que enriquece, sin duda, la bibliografía criminal. Por cierto, que ésta vive un momento dulce con nuevas aportaciones donde predominan el enfoque autonómico y local. Así como José Luis Coll, en pleno auge de aquel molesto motete de «la ciudad del crimen», propuso abrir un Museo del Crimen para exorcizar y rentabilizar el sambenito, el libro de Arturo Culebras debería ser un excelente impulso para el hermoso proyecto de Albalate como Pueblo Libro, una idea magnífica en la que la novela negra y la literatura criminal habrán de tener lugar destacado.

Procede de AQUÍ

No hay comentarios:

Las entradas mas visitadas en los últimos 30 días