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ADAGIO AL ATARDECER


ADAGIO AL ATARDECER


MAYDA ANTELO apareció en las tertulias literarias en el momento en que los poetas no oficiales visitábamos los cemen­terios románticos. VERSOS A MEDÍA NOCHE, en el café Varela, formando parte de la pléyade de mujeres poetas. Sá­bados poéticos en Galerías Cascorro... Quiero presentar su densa sufrida biografía que ano­nada: Versos a los ocho años, su tío-abuelo, Mariano de Cavia, palacio solar en Cuenca y Albalate, título nobiliario que se deja... amargura de la posguerra que se toma... y soledad, trabajo, marcando su genio, su carácter, esa facilidad de adaptación inteligente: secretaria, estudiante en Saint Albans City Hospital, assistant teacher en Hornse y High School, en Londres; curso en Grenoble, curso con Perelló en Barcelona, bibliotecaria, profesora de francés, de inglés... y pianista. En fin, algo poco corriente. Su obra poética es clara, expresiva, obra de logro y como sonetista es perfecta... Estamos ante una poetisa intimista, atrayente, profunda y difícilmente sencilla. Humana, en suma, para el que parece estar escrito del pensamiento de Jean Cocteau: «La poesía es una partida de cartas, ejecutada por el alma.» Pues bien, Mayda Antelo gana todas las bazas.

Forma con Luis Alfonso, abogado de profesión, hace muchos años una pareja insolentemente feliz.
M. Martínez Renasis
(1987)






CUANDO ÉL PARTIÓ


CUANDO ÉL PARTIÓ y de él quedéme ausente,
se me llevó la gracia tras su espuela,
y mi jardín, sin su agua estar presente,
en su aridez en aras de amor vuela.

Desde ese ayer, sólo tregua es la vida,
en poquedad el éxtasis se muda,
y sin su afán mi fe quedó partida,
perplejidad en marasmo de duda.

¿Dónde quedó su pensamiento alerta?
¿Dónde su voz de cálida premura
y su mirar, de comprensión perfecta?

Tras de su adiós, sólo quedó la ausencia
y sinrazón que besa la amargura
de un vivir sin rumor de su presencia.


Y ASÍ POR TÍ

Y ASÍ POR TÍ, vivo sonoro ensueño,
mi verso como piedra que enamora,
un cuenco que rezuma luz sonora,
una voz en que muda ardido leño.

Y tú vienes a mí, el mar te eleva
en una nao sobre el agua canora,
y frente a él yo espero soñadora,
escuchando su voz que a ti me lleva.

Una sombra yo soy, que vibra amante,
tú el marino sereno que al fin llega
a su playa de abrazo amoroso

ya la paz, tras viaje apasionante...
Abrid puertas, que su ola me anega
liberando mi grito victorioso.


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